Mas alla de Derecha e Izquierda: Asociacionismo Economico. un camino hacia el futuro.

Vivimos, sin duda, tiempos de crisis,  tiempos de cambio.

La crisis financiera de 2008 ha sido un claro síntoma de ello.

En este tiempo de cambio, la polaridad izquierda-derecha forma parte del antiguo orden de cosas. Si

hay algo en lo que Podemos lleve razón, al menos en su discurso, ya que no en sus hechos, es en que el eje ideológico izquierda – derecha ya no es valido.

Este eje tenia sentido cuando se «luchaba» por obtener «derechos» frente al antiguo orden. En el pasado, el orden era colectivo y jerárquico. Las democracias modernas trajeron la idea de los derechos individuales, basada en la igualdad entre los hombres y en la libertad individual. De ahi en adelante, durante cuatro siglos se ha luchado por obtener esos derechos individuales, aun a través del poder de los grupos (sindicatos, colectivos sociales, etc…). Pero la finalidad era que cada individuo pudiera ser «libre» y ejercer sus «derechos».

Esta idea, originalmente propia de la izquierda fue asentándose como generalmente aceptada, y paso a ser también patrimonio del centro-derecha, esto es, de la democracia cristiana. Del mismo modo, la izquierda abandono los postulados marxistas, a medida que el fracaso del modelo marxista era evidente, para dirigirse hacia un modelo de centro-izquierda (social – democracia), que ponía el acento en los denominados «derechos» sociales, y mas tarde en la defensa de los emigrantes y del medio ambiente.


Hoy, nadie «discute», al menos, y de nuevo, en cuanto al discurso, la necesidad de integrar los flujos migratorios, y de sostener el medio ambiente. Que haya o no politicos mas o menos corruptos o demagogos que dicen una cosa y hacen la contraria, no debe hacernos perder de vista que esas ideas son mayoritariamente aceptadas en cualquier sociedad moderna.
Por tanto, ya no hay opresores «externos» contra los que luchar como los jerarcas del antiguo regimen (aunque sin duda siguen existiendo oligarquías, hoy en día estas tienen poder solo porque los ciudadanos se lo permiten…somos demasiado cómodos para ejercer el debido control politico y legal que una verdadera democracia exige); los derechos «sociales» para nacionales y extranjeros, así como la necesidad de preservar nuestro medio ambiente son ideas sin discusión;…entonces…¿que sentido tiene el eje izquierda – derecha en política?…ninguno. O si se quiere, solo uno: la discusión económica.

Porque, los derechos «sociales» no se pueden ejercer si no se pueden financiar, y ahi comienza la discusión entre derecha e izquierda.
Es decir, se trata de una discusión económica, convertida en un «circo» de demagogia política, porque los ciudadanos no «quieren» saber de economía. Quieren que otros (los politicos») la manejen por ellos, pero sin preocuparse de controlarlos. Es decir, los ciudadanos queremos nuestros «derechos» individuales sin preocuparnos de como se logran. Algun psicólogo podría llamar a este fenómeno «adolescencia social».

Yo, por no ser peyorativo, dire que somos «hijos de nuestra época». Somos hijos de una época que ha colocado en el pedestal de la excelencia un tipo de pensamiento, y con ello, de conciencia, que promueve la polaridad permanente: El pensamiento «ego-céntrico», inaugurado por Descartes en el siglo XVI.

Tal y como he descrito en mi libro La Economía de la Confianza, el pensamiento cartesiano-newtoniano coloca al ser humano moderno en el centro de todo lo que sucede, y como consecuencia genera continuas situaciones de polarización y conflicto, pues cada ser humano solo se percibe a si mismo como centro del mundo. aun cuando uno crea que se preocupa por los demás, Al hacerlo a través del pensamiento cartesiano, lo hace siempre desde su «propio» punto de vista, y desde su «propia» escala de valores, que no tiene porque ser (y de hecho, casi nunca es) la de los demás.
Con ello, con cada una de nuestras acciones, da igual lo bien intencionadas que sean, coaccionamos en mayor o menor grado la libertad de los demás. Impactamos, en mayor o menor grado, la vida de los demás. Y lo hacemos sin ser conscientes de ello, pues solo percibimos el efecto de las acciones de los demás en nosotros.

Me he quedado sin casa!….Tengo derecho a una casa….. Me he quedado sin trabajo!! ….tengo derecho a un trabajo….que caros están los tomates!!…no hay acceso a la vivienda!!… el trabajo es «precario»!!…..todos son juicios de valor que cada uno hace en función del «listón» con el que mide. Por ello, la derecha dice, frente a los mismos datos que la izquierda, que «se esta creando empleo y se sale de la crisis», mientras que la izquierda afirma «que la crisis sigue aqui, y que el empleo es precario». ¿Quién miente?…ambos, y ninguno. La cuestión es, que con ese tipo de pensamiento «ego-centrico» no es posible encontrar respuestas.

¿Cuál es entonces el camino? No el neoliberalismo capitalista (los datos sobre distribución global de la riqueza y daño al medioambiente sencillamente deberían de hacernos temblar; el modelo capitalista es, sin duda, un gigantesco fracaso); tampoco el neo-comunismo estatalista, fantasma caricaturizado de un modelo de opresión colectivista que no solo fracaso económicamente, sino que impide el desarrollo de la libertad individual; no, los modelos del pasado no pueden dar respuesta a los problemas del presente y del futuro. Dieron respuesta en su día, pero las condiciones han cambiado. Hoy, sencillamente, ya no sirven. Necesitamos una renovación absoluta de la forma de pensar; necesitamos enfrentar de una vez las preguntas que hemos evitado desde finales del siglo XIX.

La Economía moderna nos exige una forma de pensar capaz de percibir al «otro» ser humano como aquel que me da soporte en el proceso económico. De nuevo, en La Economía de la Confianza he descrito como la economía moderna, gracias a la división del trabajo es una economía «fraterna» de modo inconsciente, pues todos trabajamos para los demás. El fruto de nuestro trabajo siempre es para «otro» ser humano, y del mismo modo, «otros» seres humanos trabajan para mi. En este entorno, es necesario ser capaces de percibir, no solo como el mundo me afecta a mi (pensamiento ego-céntrico), sino «como nosotros afectamos al mundo» (pensamiento periférico). Aprender a percibir ambos lados de la realidad, es traspasar la polaridad izquierda-derecha., la polaridad capital-trabajo, y pasar a un nuevo mundo donde el capital debidamente distribuido, y el trabajo debidamente organizado, satisfacen del mejor modo posible el equilibrio entre las necesidades individuales y las colectivas. Mas allá del individualismo(derecha) y del colectivismo (izquierda) existe un nuevo mundo: el asociacionismo.

Pero para llegar a ese espacio, necesitamos esforzarnos en añadir al la forma de pensar individual o ego-céntrica, una forma de pensar «social» o periférica. Y esto solo es posible desde la escucha sosegada y empática. Necesitamos rehacer, de un modo correcto, las conversaciones en los ayuntamientos, en los distritos, en las plazas, pero no para indignarnos, sino para preguntarnos, escucharnos, conocernos, y comenzar a crear, juntos, una nueva forma de pensar, una nueva forma de sentir, y una nueva forma de hacer, que ahora si, de una vez por todas, deje atrás al pasado, y abra el camino hacia el futuro:  hacia la dignidad individual, hacia la confianza entre seres humanos iguales, con los mismos derechos y deberes, y hacia la fraternidad entre seres humanos que, hermanados en nuestras comunes necesidades vitales, trabajamos juntos para satisfacerlas.

Necesitamos preguntarnos. sosegadamente, si la propiedad individual, tal y como la conocemos, tiene sentido en las condiciones modernas, o es hija de un pasado que ya no existe; habremos por tanto de buscar formas de propiedad mixtas, formas de usufructo, en definitiva, nuevas formulas jurídicas que hagan viable un uso individual y colectivo de los bienes y recursos esenciales para la vida de los seres humanos, impidiendo con ellos su uso en términos de especulación; Necesitamos preguntarnos sobre el dinero, sobre si el dinero tal y como lo conocemos responde a las condiciones de la economía actual, o a las condiciones de una economía largo tiempo ha periclitada y superada (la economía del comercio global de los siglos XV al XIX); así podremos buscar y crear juntos nuevas formas de dinero, nuevos instrumentos financieros que permitan una correcta circulación del capital a lo largo y ancho del proceso económico, sin que se produzcan procesos de acumulación insanos y socialmente dañinos; finalmente, habremos de preguntarnos si realmente necesitamos que el estado interfiera sistemáticamente en nuestras vidas, o si queremos hacernos cargo de una vez de nuestro propio destino, potenciando una cultura y una actividad social y moral que incluya los ahora mal llamados servicios sociales, mediante la cual gestionemos de modo «publico» pero no estatal (cooperativas civiles, asociaciones de servicios de salud, etc…) todo aquello que nuestra cultura común considera como una necesidad que todos hemos de tener cubierta, pero que no pertenece a la esfera económica per se.

Responder a estas preguntas esenciales, y a muchas otras de mayor detalle, es, a mi parecer, el camino que nos puede llevar a un verdadero futuro en el que los antiguos ideales de Libertad, igualdad y Fraternidad, se hagan mas y mas posibles. Lo demás, las izquierdas, las derechas, los PP, PSOES y PODEMOS, son, sencillamente, reediciones de antiguas recetas que, como decía mi abuela, «ya no se estilan».

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